¡Feliz cumpleaños, Hogwarts!

Como todos sabéis (o al menos deberíais) ayer nuestro amado colegio cumplía la tontería de 1100 primaveras. Sí, todo un chaval. ¿Y qué mejor para celebrarlo que una gran fiesta como solo sabe organizar nuestra McGonny? Por supuesto que nada. Por si fuisteis tan vagos de no moveros de vuestra Sala Común en toda la tarde o demasiado vergonzosos para poneros unos trapitos de fiesta, aquí estoy yo para informaros del más mínimo detalle.

Las puertas del Gran Comedor se abrieron ya bien entrada la tarde y los alumnos llenaron la sala. Como ocurrió en Halloween, nuestra directora no hizo acto de presencia hasta pasadas unas horas, pero esta vez no vino sola. Slughorn, Rastafari, Van der Branberg, Miss Wuther y su ya retirado antecesor, Filius Flitwick, decidieron juntarse con el populacho durante una noche. Pero si creíais que todo se iba a quedar ahí estabais terriblemente equivocados, ya que nosotros no fuimos los únicos alumnos de Hogwarts que celebraron su aniversario. Nada más y nada menos que el ya no tan niño que sobrevivió y compañía regresaron a su antigua escuela para revivir sus tiempos mozos, cuando aún eran unos novahormos que tenían miedo de Sinistra y se dedicaban a gastar bromas a Filch. No contentos que recordarlo, necesitaron hacerlo de nuevo y esta vez a gran escala. Cuando iba a comenzar el habitual discurso, el señorito Potter ‘sufrió’ una punzada en su famosa cicatriz y cundió el pánico general. Los prefectos debían llevar a los alumnos a sus casas pero ¡sorpresa! las salidas se cerraron y adiós a las luces. Todo el mundo con las varitas fuera cuando la puerta principal se abrió y ¡tachán! apareció George Weasley, sí, el dueño de la famosa tienda en el Callejón Diagon, tan contento por lo bien que les había salido la bromita a él y a Harry Potter. No os pongáis celosillos, la bronca también les llegó. Ni siquiera los famosos se libran de la ira de McGonny…

Tras el susto, la ceremonia continuó como si nada hubiese pasado con el nombramiento de un nuevo prefecto de Gryffindor, Chus Logo Twigle, también miembro del Coro. Y ya que nombramos este selecto grupo, hablemos de la actuación que organizaron. En la obra relataron la creación de Hogwarts a manos de sus cuatro fundadores: Godric Gryffindor, a quien dio vida nuestra devora-libros, Alice K. Lawliette; la fantabulosa Rowena Ravenclaw, interpretada por Eva Lune T. Lidasco; Salazar Slytherin, a manos de la travestida leona Marciu K. Beliowen; y, por último, Samantha P. Badock en el papel de Helga Hufflepuff. Sin olvidar al anteriormente nombrado Chus Logo, que compartió el cargo de narrador con Aleskandr Romanov, quien esta vez no nos deleitó con sus gorgoritos (en realidad, con su voz tampoco. Parece que estaba demasiado ocupado mirando a cierta profesora para recitar). Pero sus compañeros no iban a dejar que el mirón arruinase la obra, así que Alice/Godric y Marciu/Salazar no dudaron en remplazarle sin que se notase (mucho).
Y os preguntaréis, ¿de qué iba la historia? Ay, mis vagos compañeros, si hubieseis prestado atención el las clases de Binns lo sabríais. Bueno, olvidad eso, es prácticamente imposible, aunque si podíais haber leído 'Hogwarts, Una Historia', que quinientas páginas se leen en un momentín. Pero yo no soy tan mala como el Gryffindor ruso y sí os desvelaré el final. Si de todas formas no quieres saberlo porque te han entrado ganas de seguir mi consejo, deja de leer inmediatamente. ¡Ya, he dicho! La culebrilla original quería a los sange sucia fuera de su colegio, pero las féminas y Godric no pensaban permitírselo, así que Salazar se marchó llevándose por delante Hogwarts y la Cámara Secreta que construyó, o por lo menos eso pasó en la obra. (La autora de este artículo no se responsabiliza de los datos erróneos que pueda contener este artículo. Si Marciu es una envidiosa y una burra, no es culpa mía). No se le volvió a ver. FIN.

Y eso es todo por hoy, amigos. Se despide, Silver Johnson.