Crónica de Halloween

¡Buenos díastardesnoches, queridos lectores, con ustedes el reportero que llevan esperando estas dos largas semanas! (No, no soy Ima ni Billie ni… Oh, dejadlo) Vengo a informaros sobre este escalofriantemente divertido fin de semana… Sí, exacto, Halloween. ¿Os acordáis que os prometí un fin de semana mágico? ¡Pues ya véis que Aleksandr Romanov cumple todas sus promesas! Seguid leyendo si tuvisteis la desgracia de perderos el último día, o si estuvisteis pero juzgáis oportuno rememorar tan gratos momentos.

Por supuesto, me estoy refiriendo a la estupenda obra de teatro que este nuestro Coro de Hogwarts organizó en los Terrenos. ¡Qué derroche de dramatismo, señores! Se sabe de niñas Hufflepuff que tuvieron que ser socorridas, pues llegaron a creer de verdad que el mismísimo Lucifer pisaba Hogwarts, tan buena fue la actuación de los miembros de nuestro Coro, que debutó en estas fiestas de Halloween. Como ya sabréis la mayoría, la obra en cuestión se trataba de la famosa historia de Jack O’Lantern. Sí, sí, Jack O’Lantern, representado con gran pericia y habilidad por un servidor, Aleksandr Romanov, que, con su característico arte y salero, hace una entrada con una impactante escena de acción, en la que rompe un taburete en la espalda (hábilmente hecho de cartón-piedra) a Eva Lune Lidasco, bien metida en su papel de vecina agraviada y enemiga de Jack. En seguida entra en escena el Diablo, representado por Springless Pain (que sin ser miembro del Coro, logró estremecer a todos con su escalofriante representación), quien fue engañado por Jack, constituyendo el centro de la acción, ya que ello llevó a que Jack, después de muerto (Encarnado por la magnífica Megara Lauren Ryan en su papel de Jack Muerto, con una buena dosis de drama y tragedia) tuviera que mendigar a las puertas del mismo Infierno que le dejaran entrar, cosa que no pasó y que…

Perdonen, mis queridos lectores, olvidé que hay gente que no sabrá de la historia y no querrá que le destripe el final (Es decir, haber visto la obra, listillos). El caso es que recibió una merecidísima y cálida ovación al público, no sólo dirigida a los ya mencionados, sino también a la gente que, detrás de todo el atrezzo y los guiones, se hacían imprescindibles para la obra. Hablamos de Ashford Jacob Buckminster, en su papel estelar como narrador, que con su voz pausada y grave contó las andanzas y desventuras de Jack, y de Elanesse Jane Wells, ocupada del atrezzo y la música, sin la cual la obra hubiera resultado un simple éxito sin precedentes en vez de la leyenda mitológica del teatro que resultó ser al final.

¿Qué no te interesa el teatro? Eso se avisa antes, hombre. La verdad es que no todo fue teatro en la jornada del 1 de Noviembre: Después vino la parte que tantos aman y que tantos otros muchos odian: la entrega de premios, a cargo de una siempre elegante Minerva MacGonagall, que lucía ayer un modelo nuevo de aspecto italiano de túnica negra y sombrero ligeramente ladeado en una postura que muchos atrevidos llamarían “chic”. Los premios sorprendieron a más de uno, ya que los candidatos eran muchos y la competencia muy grande, pero fueron todos bien merecidos por los galardonados, a saber Aeryn Greenwood (Concurso de relatos de terror), Atenea Blackhole (Decoración), de nuevo nuestra querida Megara Ryan y Alaia Lunn (Gymkhana Calabaza) , el Otro Romanov, Erik (El Más Asustadizo), Elanesse Wells (La más trabajadora) y Aileen Mercier (Alma de la Fiesta) y, por supuesto, nuestros Reyes Calabaza, que resultaron ser Silver Johnson, de Ravenclaw, y Gabriel Bolson, de Hufflepuff (aunque este último recibió también un castigo… no todo son mieles, Gabriel)

Por último, supongo que querréis saber quién ganó el Concurso de Sustos… Pues, muy señores míos, en contra de todos los pronósticos, fue Hufflepuff, aunque Gryffindor también recibió puntos, pues nos lo curramos muchísimo, no como [Comentario eliminado por ser políticamente incorrecto. Lo siento. Firmado, Ima]

Ya véis, queridos lectores, un fin de semana realmente mágico. ¡Próxima parada, Navidades!

Os informó Aleksandr Romanov. Este mensaje se autodestruirá en cinco segundos (es broma, no tenéis que llamar a los bomberos. Si queréis hacerlo, hacedlo, pero vamos...)