El caso de las placas desaparecidas.

El otro día deambulando por un pasillo en busca de novedades para vosotros, compañeros de escuela, me quedé deslumbrada por una luz brillante que procedía de una esquina. ¿Qué era eso? ¿Un espejo? ¿Un reflector de enemigos? ¡No! ¡La placa de un prefecto! Y es que, no solo existen los Capitanes de Quidditch, los Profesores o Jefes de Casa, para ayudarnos o ponernos en forma, también está la delegada o Premio Anual, Serena Holmes, cuya rubia cabellera ve poco la luz del sol, y los Prefectos. Lo que pasa es que hacía tanto tiempo que no veía uno, que la sorpresa conllevó semejante ceguera momentánea.

Pero como os comentaba, me gustaría recordaros porque existen los Prefectos. Si, esas personitas de mayor curso, normalmente de quinto para arriba, que portan una placa en su pecho, como distintivo, tienen el deber de recordar a los alumnos, lo que son las normas y la autoridad. Si, esos alumnos que deberían ayudar a los nuevos, mediar y resolver conflictos, ser aplicados y sobretodo seguir las normas cuyo cumplimiento ellos mismos fomentan... No, no se han extinguido. Aunque en Hogwarts, ¿hace ese rango justícia a quienes lo llevan? ''Creo que en algunos casos, se les sube a la cabeza y el "concepto de prefecto" puede verse modificado a: ten cuidado que este tiene autoridad para castigarte si respiras su cuadrícula de aire. Siento ser pesada, pero repito que al ser nueva he tratado a pocos prefectos, e imagino que no todos son así.'' declaró A.R. de Hufflepuff como respuesta a la pregunta anteriormente formulada.

Lamento decir que por opinión popular, los prefectos son poco menos que fantasmas desaparecidos, entre estas cuatro paredes. Ya que dejan actuar a los huéspedes del Castillo a su libre albedrío, sin nadie que les recuerde, que se puede y debe hacer y que no, siguiendo con las normas establecidas por nuestra respetada directora. Y es que últimamente es más difícil ver uno actuando en sus funciones como prefecto, que encontrar a alguien no asustado por la cuarentena. ¿Se deben pasar el día encerrados en el baño de los Prefectos? 

Porque si compañeros, no todos son deberes en la vida de un Prefecto, también comporta lujos, como el baño del que gozan siempre que les es posible tras un duro día de cumplir con sus obligaciones. Una informadora anónima nos ha aportado detalles sobre el magnífico lugar:''Está repleto de enormes bañeras y de paredes decoradas por vidrieras. Cada bañera tiene multitud de grifos con jabones diferentes''.Claro está, con semejante paraíso, ¿quien querría salir para seguir regañando a los que incumplen las normas?

Regresando al tema inicial, en este, nuestro castillo, no solo existen dos prefectos por cada casa, si no que a raíz de la fiesta de San Valentín, fueron nombrados uno más por cada casa. Pero como soy comprensiva, y sé que la mitad de vosotros ya ni recodareís la cara de vuestros prefectos me gustaría mencionarlos brevemente:

~Por la casa de los buenos tejones tenemos a Mosaiko Kelvar, cuya ausencia puede ser debida al trauma causado por no poder recibir su limpiacristales especial para sus gafas de sol desde el exterior. "A Saiko no se le ve el pelo fuera de la SC, se pasa el día haciendo quien sabe qué" dijo la alumna H. N. C. de su misma casa. Laura De Valyria, cuya mayor y comprensible preocupación seguramente sea acallar todo aquel falso rumor que la tacha de ayudar de un modo no adecuado a los novatos, y por último Kestra Kelvar también desaparecida en combate.

~Por la casa de las inteligente águilas contamos con Kâlü A. Williams, y dos de los prefectos, que según dicen los encuestados, más trabajadores y con mayor posibilidad para ser el/la prefecto/a del año; Remus Redfield y Azucena Arias. ''Puuues, yo creo que los mejores son Remus y Azu, quitando que sean los de mi propia casa, a mi parecer son los que más atención prestan a los alumnos recien llegados.'' opinó P.C. de Ravenclaw como voz de muchos otros.

~Por la casa de los valientes leones cabe destacar a Alaia Lunn, prefecta perfecta, siempre dispuesta a echar una mano a todo aquel que lo necesite y a recitar las normas a los recién llegados. Otra firme candidata a optar, al puesto de mejor prefecto/a. Quizá sea por la desaparición de sus compañeros Aiken Olviett y Laura Keinuth Twiggle, cuya responsabilidad ha recaído sobre ella.

~Y por último y no menos importante: la casa de las ambiciosas serpientes. Cuenta con un trío de féminas, que han dado mucho de que hablar últimamente, prefectas, que han sido de las más criticadas. Primeramente Kimara Rowle, según algunos, un mal ejemplo como Prefecta como dejo claro S.A de Ravenclaw: "¿Qué se puede decir de la señorita Kimara Rowle, bebedora de absenta? ¿Una prefecta en desintoxicación? ¡Válgame, que gran ejemplo para inocentes novatillos como yo!". Aunque según otros el puesto se le queda pequeño. También tenemos a la directora del periódico, Dita Von Teese , sobrecargada de trabajo, que lleva todos sus cargos como buenamente puede. "A Dita la he visto ayudando a los de su casa con las clases, y los trivials" aclaró M.L.R. Gryffindor contenta con dicha Prefecta. Y por último Alysia M. Du Vuntx, otra competidora de Arias, Redfield y Lunn para ser el/la mejor prefecto/a del Castillo que ha obtenido unos buenos halagos por parte de los encuestados pero que visto lo visto quedan a la sombra tras el rumor de que quiso dejar de ser Prefecta por una desaveniencia con sus compañeras de casa. Pero como no he querido juzgar sin saber preferí tomarle una pequeña declaración: ''Hm... la placa te cambia, por lo menos en mi caso. Y fue un ataque de rabia, sabía que la placa sería un buen objeto arrojadizo contra Von Teese.''

Pese a todo, aún quedan unos meses para acabar el curso, ¿cambiarán de actitud los prefectos imperfectos? ¿Volverán aquellos que han desaparecido? ¿Opinarán diferente los alumnos del colegio?

¿Veremos más placas renacer de sus cenizas a partir de ahora?

Si quieres decir tu opinión i/o apostar sobre ellos, te damos la total libertad para hacerlo, espero vuestras cartas. 

Hasta aquí las notícias Halísticas, que no se os contagie nada;

Hal E. Shaw