A Vuelapluma es el periódico escolar del foro de la página web Andén 9¾, en el que podrás enterarte de todo lo que ocurra de mano de nuestros foristas.


viernes, 23 de octubre de 2009

Halloween se acerca...

Aquí os traemos el primer relato presentado al concurso que celebra Wizz Hard Books con motivo de la fiesta de Halloween. Según vayan llegando más relatos los iremos publicando con el siguiente propósito. Seréis vosotros, alumnos de Hogwrats, los que decidáis qué relato es el mejor de todos, y su autor, será el nuevo reportero de A Vuelapluma (si así lo desea)

¿Cómo podéis votar? Es muy sencillo; tenéis que comentar cada uno de los relatos, que siempre serán anónimos, y emitir en él vuestro voto, que será un número del 1 al 10, siendo 10 la nota más alta. Podéis votar también con números fraccionados (5.5 7.4 3.5 etc). Es indispensable que firméis vuestro comentario con el nick del foro, para saber quiénes sois y que el voto cuente.

Esperamos vuestra colaboración. Sin más dilación aquí tenéis el primer relato:

Antes de ir a Dormir


¿Nunca sentiste que te observan? ¿Qué te vigilan desde las penumbras, desde algún rincón oscuro? Esa sensación angustiante en la que sabes que no hay nadie pero aún así crees que existe la posibilidad remota de que si, de que te están viendo, no sabes de dónde ni por qué… pero lo sientes… en el aire. Estás recostado, inmóvil, escuchando y con los ojos muy abiertos, observando algún punto oscuro del techo. Desde que dijiste “nox” y la luz se apagó a la medianoche que no puedes cerrar los ojos. Todos duermen. Excepto tú.

Hay mucha seguridad a tu alrededor, las paredes son fuertes, los pasillos están vigilados, tienes compañeros de habitación, hay hechizos en el marco de la puerta. Pero ¿Y si hoy no patrullan tu corredor? ¿Y si los hechizos no funcionan? Hay un silencio que te parece de lo más impenetrable, los oídos te zumban. Pero escuchas. Escuchas con mucha atención, sin poder evitarlo, la respiración suave de quien está en la cama de al lado, tus propios latidos, el viento que sopla ululando junto a los grandes ventanales de la SC, eso no es ruido, es una manera más de mantenerte alerta, como el tic tac de un reloj. Y de repente, un aleteo de lechuza, un movimiento espontáneo de la cortina, el crujir imprevisto de la madera. No te has percatado, pero has dejado de respirar. Tus compañeros están dormidos, ¡todos duermen! ¿Qué te hace pensar que alguien podrá oír tus gritos? ¿Gritarás? ¿De verdad? ¿Con la garganta tan seca? ¿O solo emitirás un suave quejido, un intento desesperado que morirá cuando abras la boca y veas esa sombra, una sombra cualquiera, cernirse sobre ti?

Te sientas en la cama, pequeño Gryffindor, estás temblando, te abrazas las rodillas, jurarías haber visto la sombra pero tus ojos no pueden darte esa prueba. Está oscuro y donde murmures “Lumos” alguno de tus compañeros se despertará y se burlará de ti. No puedes hacer mucho más que sufrir en silencio. Solito. Y aún así tomas tu varita, con la que apenas puedes rascarte la frente en los días de examen, la empuñas como si fuera uno de esos amuletos de los que te hablaba Heike ayer. Miras a tu alrededor, sabes, sabes que hay algo, pero no sabes qué. El viento sigue soplando, sigues oyendo la respiración de tus compañeros de cuarto. Tragas saliva y cierras la boca que hasta ese momento mantenías abierta. ¿Te animas a…? ¿Quieres bajar? ¿Qué? ¿El baño?

Bajar o no bajar esos piececitos de tu gran y acolchonado lugar de reposo. Tu primo muggle solía decirte que unas garras peludas, enormes, como las del dragón Colacuerno aparecían de debajo de la cama para tomarte por los tobillos apenas pusieras un pie en el suelo. Desde entonces no tomas agua antes de ir a dormir, ¿Quién te mandó a beber ese zumo de naranja? ¿Quién? Ahora la Naturaleza te llama, y miras el suelo, y miras la puerta, miras el suelo y vuelta a mirar la puerta. El viento arrecia, la oscuridad es insoportable. La madera cruje… ¿cruje? El corazón te late aprisa, es momento de tomar una decisión… uno… dos… ¡tres!

Cierras los ojos… los abres… nada ha sucedido. Con un suspiro caminas derechito hacia la puerta del baño. Pasito a pasito, intentando ser menos que un susurro, menos que el ulular de un búho, que el ronroneo de un gato. Abres la puerta y digamos que prácticamente corres hasta el baño.

En el toilette cierras los ojos antes de observar el espejo, dicen que si maldices tres veces a un Augurey se auto invocará una figura de mujer zombie de uñas largas que te perseguirá de por vida hasta arrancarte las tripas, imaginas de improviso que poseerá también la cara de Sinistra. Mejor cierras los ojos cuando pasas por el espejo del baño, cierra, cierra, tratas de no juntar en tu cabeza las palabras prohibidas que atraerán a la señora zombie, un poco en vano. Sales del baño, con los pies fríos, la piel fría, te castañetean los dientes. Inconscientemente sales de la habitación, solo por si las dudas, para ver que no haya nadie ahí, te sientas en uno de los sofás, suspirando. Tu vista recorre la amplia pero solitaria Sala Común con un poco mas de detenimiento esta vez y , así de golpe, los sillones vacíos y el fuego apagado te hacen sentir raro, si, otra vez esa sensación, te siente tan solo, lejos del dormitorio, ahora este es el sitio perfecto para que alguna sombra te envuelva por detrás, para que una mano fría y pálida te sujete del hombro o para que se enciendan de repente un par de ojos rojos “¿Es que nunca se acaba?” Piensas y sabes que no, nunca. Pareciera que hay alguien detrás de ti todo el tiempo, cada vez mas cerca ¿te imaginas? ¡Más cerca cada vez!. Te giras y no hay nadie, aunque piensas que la puerta podría abrirse en cualquier momento ¡en cualquier momento! Mejor te regresas, asi que te levantas de un salto del sofá.

¡¿Qué es eso?! Un movimiento brusco, ruidos de pasos, no patas, patas que corretean ¿serán los elfos domésticos? Patas que se acercan “¡lumos!” Pronuncias (o susurras) para que aquella suave chispita te alumbre. Tu vista recorre la habitación desesperadamente, miras el suelo, oyes las patas, no ves… Un crujido, te giras… algo… algo ha abierto el retrato de la Señora Gorda. Algo se ha escapado por ahí. Por ese hueco.

Si alguien te viera ahora, pálido, pequeño y tembloroso, te diría que ya no pareces tan Gry. ¿O si? Lentamente, empuñando la varita, caminas hacia el retrato de la Dama Gorda, para correrlo. Estiras la mano y parece una película de moción lenta. ¿Qué pasaría si algo te atrapa la muñeca? Intentas no pensar en eso, intentas pensar que correrás el cuadro y uno de tus amigos te gritará, tú saltarás pero luego ambos reirán, podrás volver a tu cama, tu plácida cama. Podrías volver ahora y dejar que tu amigo pase frío esperándote… ¿y si regresas a tu cama y todos están allí? Tu mano roza suavemente el retrato, lo vas corriendo, despacio

¡Sorpresa! No hay nadie. Tu estás seguro de que algo salió de allí. No sabes si debes tranquilizarte o llorar. Si vuelves, nadie te creerá… si sales… Cierras el retrato quedándote dentro, esperando que la Señora Gorda no proteste ni se despierte. Piensas en regresar a dormir mientras miras la salida… estás seguro, tanto que te tiemblan las rodillas, de que algo salió por allí. Por eso y porque eres un insípido Gryffindor corajudo, decides volverte, abrir y salir.

Te estás arrepintiendo desde que tus piececitos tocaron el piso del pasillo del 7º piso, máxime cuando recuerdas que la Directora se fue a pasar el dia con su familia en Escocia, sabes que no hay nadie que la iguale, lo que te preocupa. Parpadeas, y se larga a llover torrencialmente, puedes oirlo, incluso truena. Pero no puedes volver, la Señora Gorda se está despertando y si te ve, sabes que estás perdido. La emoción te embarga, porque te sientes valiente, y con tu varita caminas por el largo pasillo, apuntando al piso, a las esquinas para que los retratos no delaten tu presencia. Estás agitado, te cosquillean las rodillas, doblas, sigues, doblas, pero sigues, vamos ¡sigue!... Detente.

Un chillido agudo primero, un gruñido bajo después, te hielan la sangre y hacen que pequeñas olas de escalofríos te inunden la espalda. Un calor raro te baja por la garganta y se pierde en tu estómago. Te zumban los oidos, quieres vomitar y Salir huyendo a la vez. A unos cien metros de ti, acabas de ver algo grande, peludo, escamoso y verde, dándote la espalda. Y en cuanto tú le has apuntado con la varita, con tu “Lumos” se ha girado en redondo hacia ti, mostrando unos temibles colmillos. Todo, en fracción de segundo y medio. Aún sigues de pie, con ganas de hacer pipi otra vez.

Caminas, lento, hacia atrás, sin darle la espalda, sin saber qué hacer, pero de ahí tienes que salir, de ahí tienes que huir gritando y agitando los brazos. Por alguna razón, estas mudo, las rodillas no quieren correr y una mano aferra la varita, mientras que la otra está pegada firmemente a un costado del cuerpo. Eso se llama Pánico. Un pánico lo suficientemente grande para sacar todo el coraje que tienes y volver apuntar a la criatura, que gruñe y baja lo que parece ser su “hocico” disponiéndose a saltar sobre ti. No te das cuenta, pero unos lagrimones inmensos recorren tu cara.

-“¡Incarcerus!”

Un chispazo a tus espaldas y un fogonazo que pasa cerca de tu oreja, van a dar a la criatura, que chilla se retuerce, grita y babea todo a su alrededor en tanto unas cuerdas la enrollan apretadamente. Caes al piso y giras la cabeza, con cara de loco. Es como una visión, la de un ángel con sandalias y cayado con una pequeña aura en la cabeza, mirándote con el ceño fruncido. Muy fruncido en realidad. Parpadeas, respiras, exhalas la tensión ahuecada en tus pulmones cuando ves a la Directora, con sus ropas de viaje (no un tocado de ángel) y maletas, observándote enojadísima, primero a ti, y luego al bicho feo.

-¿Uno no se puede ir unos días sin que haya criaturas matando alumnos? –Murmura, ahora te ignora, dirigiéndose a la criatura que aun sigue babeando y gruñendo en el suelo. Te levantas como puedes, tiemblas, tienes la cara empapada. Miras a la “cosa” con pavor.
-Pro… pro… -Tartamudeas –profesora ¿Qué era…?
-Le sugiero que vaya a su SC y llame a los prefectos a mi despacho –mira a la criatura con el ceño fruncido –Esto es un híbrido y son considerados clase cuádruple “x” por el Ministerio de Magia, usted, tiene suerte de estar vivo.
-OH… -¿Y que otra cosa puedes decir?Yo… siento haber salido… estaba en mi Sc. Disculpe pero ¿un híbrido de qué?
-Ni el Ministerio lo sabe –Te interrumpe – solo se sabe que busca sitios con calor, oscuridad y carne joven, de no haber salido de su Sc o de no haberle apuntado con su varita luminosa, les habría devorado –Dice muy seca, cuando repara en lo traumada de tu expresión –Lo mejor sería que le acompañe, puede que haya más rondando por ahí –Apunta con su varita a los baúles en el piso, que salen disparados escaleras arriba, apunta a la criatura y murmura algo que no alcanzas a oir, pero que surte efecto, la criatura se inmoviliza. Procede luego a apuntar hacia unos corredores, de la punta de su varita salen varias figuras plateadas, que se reparten los pasillos –Alguien lo encontrará -Te observa -¿Quiere ir a la enfermería?-¿Uh…? –tardas un poco en contestar – no, está bien – Le hechas un vistazo a la criatura, sus garras son afiladas, te preguntas si no estuvo bajo tu cama todo el tiempo y si no tienes suerte de que no te atrapara los tobillos.

Al tiempo te encuentras caminando tras la directora, lo que te acarrea una sensación de alivio inmenso.

-Profesora ¿estas criaturas son… normales? Es decir – te avergüenzas - ¿existen en grandes cantidades? ¿Son frecuentes?
-Han aparecido de mano de algún Mago Tenebroso, Buscan las grandes aglomeraciones, pero por suerte no hay muchos en el mundo, de vez en cuando, algún niño muere en las ciudades muggles a causa de éstas criaturas, entonces el Ministerio de Magia procede a ocultar el hecho, buscar y eliminar a la criatura…aunque se suponía que ya no había más – Esto último lo murmura para sus adentros, no pudiste oirlo- Pero siempre subsisten las leyendas, y el ser humano es un ser racional y no es tan estúpido, usted es hijo de muggles ¿nunca le contaron la historia del ser que atrapa niños de los tobillos cuando bajan de la cama? ¿Nunca tuvo la sensación de que le observaban en la oscuridad? Debe hacerle caso a sus presentimientos, eso le ha salvado a usted hoy… a veces, cuando piensa que lo observan, es porque de verdad le están observando.


Fin.

10 comentarios:

  1. Hala, está súper bien escrito. *_* Me ha encantado. Al terminarlo incluso yo he tenido la sensación de que alguien me observaba... O:

    Le doy un 8. =)

    Elanesse J. Wells

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  2. Ohhh, que monada de relato *_______________*
    Y conste que comento porque sino no puedo votar. Que siempre leo A Vuelapluma pero me da pereza comentar xDD

    Ah, eso... Le doy un... Nueve. O en cifras numéricas, 9. xD

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  3. Por lo que vi, hay pedacitos que está mal la fuente, al final por ejemplo, tendría que estar en negrita esa última parte. No doy numeración, porque soy redactor del periódico, pero si pudiera le daría un ocho e___e

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  4. *-* Me ha encantadoo! Adoro que esté escrito en 2ª persona, nada más eso ya ha ganado muchos puntos para mí. Y aparte está muy bien descrita, muy bien redactada... Genial *-*

    9.5 =)

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  5. Me encanta, no solo es de terror sino que es literario, apela al lector y bla, bla, bla (soy el gemelo tonto, no se que esperáis)

    Un 9.

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  6. Pues me ha encantado, esta muy bien escrito, es original y te deja una sensacion rara al final, lo lei hace tiempo pero no tuve tiempo de comentar asique digo ahora que yo le pongo un...
    9!!

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  7. Gabriel Bolson Aragorn28 de octubre de 2009, 15:34

    ME ENCANTO!!! solo pondre algo al final

    10
    10
    10!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  8. Me ha gustado mucho que estuviera en segunda persona. Además ahora por su culpa me siento obeservada O.O

    Le pongo un nueve.

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  9. Muy buen relato, la verdad se me imagino un relato de la misma JK... xD... le pongo un 10... jeje...

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